Hoy he tenido una experiencia indescriptible. Pero la voy a describir, porque soy así de chachi.
En defecto, digo... en efecto, hoy he estado en el super. Y os preguntaréis, ¿Que cojones hacía este con superman? Pues no mis fieles gilipollas, no, no estuve con superman (estaba liado), fui al SUPERMERCADO, donde los sueños de las mil y una manchas se hacen realidad.
Hecha esta ínfima introducción, mas o menos igual de infima como vuestro coeficiente intelectual. Mas bien tirando a menos. Pero vuestra poca inteligencia no es el asunto que hoy nos concierne aquí. Venimos a hablar de mi periplo:
Esta mañana me levanté con ganas de trabajar, de esforzarme y sentirme realizado. Por supuesto, me volví a la cama hasta que se me pasó esa sensación.
Ya despierto y preparado para un infructífero día, me decido a desayunar. Opto por tomar algo de fruta, mas cuanto será mi asombro cuando reparo en que no queda fruta. Claramente iba a ser un infructífero día.
Por consiguiente, marcho hacia el ultramarinos, ataviado con mi traje de neopreno y arpón en mano. Mas, ingrata sorpresa al observar el establecimiento, carente de cualquier tipo de elemento acuático.
Tras este pequeño infortunio, entro en el local a comprar la codiciada fruta.
Y tan codiciada...
Hallándome en la sección fruteril, y decidido a adquirir el último melón del estante... ¡¡Pardiez!! Senil señora con voluminoso melonar que se dispone a arrebatar el mangar. Con mi conocida don de gentes, la invité amablemente a retirar sus sudorientas manos de mi futuro desayuno, tal que así: "Disculpe mi buena y hodorienta señora, pero, ¿para que requiere usted este melón, sin con su vasto melonar, sus ubres de proporciones bíblicas, me atrevería a decir, ya podría alimentar a sus hodorientos familiares?"
Malquerida señora, pues por mi humilde acto de vontad hacia el melón, tremebunda agresión física recibí.
Asi pues, viendo que con personas tan incultas y faltas de sapiencia no se puede dialogar, volvíme con mi traje de neopreno y arpón en mano a mi humilde morada.